Salvia
—Hombros hacia atrás, barbilla arriba... pero no demasiado, no quieres parecer arrogante —Violeta me rodeó como un general inspeccionando a sus tropas—. Sí, así. Ahora el saludo.
Intenté una reverencia formal, tratando de recordar todas las reglas que me había estado enseñando desde el amanecer.
—Mi señor Alfa...
—Demasiado profunda para un Alfa que no sea Carlos —me corrigió—. Ese nivel de reverencia sugiere sumisión a una autoridad directa. Para Alfas visitantes, debes mostrar respeto sin...
—Sin ceder poder —terminé, ajustando mi postura—. Déjame intentarlo de nuevo.
Llevábamos horas en sus aposentos privados, con el sol apenas asomándose en el horizonte. Mi cabeza daba vueltas con protocolos y jerarquías, pero algo dentro de mí se negaba a rendirse.
Un golpe interrumpió mi quinto intento del saludo apropiado. Gerard entró con una bandeja cargada de desayuno, su severo rostro de beta se suavizó cuando vio a Violeta.
—Pensé que ustedes dos necesitarían algo de sustento para...