—Mmm. —Me siento en paz ahora que lo sé todo.
Sus labios se deslizan hacia los restos de la marca y empiezan a chupar suavemente, atrayendo la sangre hacia la superficie.
—Addison, no sé muy bien cómo me siento respecto al hecho de que nuestros bebés vayan a apoderarse de tus pechos. —Me suelta y yo me deslizo hacia abajo, frotándome contra algo muy duro. Abre los ojos como platos e inhala profundamente—. No. No podemos. —Me aparta y se incorpora—. No, Addison. Y no te atrevas a ponerte en modo seductora.
Lo miro con el ceño fruncido.
—Cornualles —lo amenazo, y él se revuelve horrorizado, pero pronto me devuelve la mirada con más fiereza todavía.
—¡No vas a irte a ninguna parte! —asevera con un gruñido al tiempo que se pone en pie.
Estoy de rodillas, y su hermosa, suave y dura erección queda justo a la altura perfecta. Antes de que le dé tiempo a salir de la tina, la envuelvo con la palma de mi mano y aprieto con fuerza.
—¡Joder! ¡No me hagas esto!
—¿Vas a rechazarme? —digo mientras t