A la mañana siguiente, Victoria se levantó temprano. Debía dejar todo en orden antes de salir a trabajar. Bianca llegaría pronto para cuidar a las niñas. Desde su teléfono, podía monitorear las cámaras del apartamento y asegurarse de que todo estuviera bien.
Al llegar a la empresa, tomó el ascensor rumbo a su oficina en el tercer piso. Su móvil sonó justo al entrar. Contestó la llamada con una sonrisa y comenzó a hablar animadamente. Mientras tanto, varias personas entraron al ascensor y se acomodaron detrás de ella. En el siguiente piso, la mayoría descendió, y ella siguió conversando, completamente ajena a las miradas que comenzaban a posarse sobre ella.
—Quieren divertirse, ¿no? Eso está bien. Vamos a sudar, a disfrutar… y cuando terminemos, se van a sentir como nuevos. Los llevaré al clímax, ¡no se arrepentirán! —dijo Victoria al teléfono, con una sonrisa pícara—. Aún no sé cuánto les voy a cobrar, pero en un momento te digo el valor de todo. Ok, nos vemos.
Colgó la llamada y se d