La madre de Daniel, al verlo tan triste y de muy mal humor, decidió hablar con él. Tocó a la puerta del estudio donde se había quedado el día anterior y a esta hora de la tarde no había comido nada y no deseaba hablar con nadie. —Hijo, por favor, quiero hablar contigo. —Madre, no deseo hablar con nadie, por favor —respondió él. Pero su madre, sin prestar atención, ingresó a la oficina. Era lamentable el estado de su hijo: estaba sin bañarse, con una barba desarreglada y había muchas botellas de licor sobre el escritorio y en la alfombra; además estaba fumando más de lo normal.—¿Pero ¿qué es este desastre? —Mamá, no entiendo por qué Victoria no quiere estar conmigo; creo que le gusta el imbécil de Andrés. —No hables así de tu hermano; él no tiene la culpa de que muchas mujeres se enamoren de él. —¿Y de mí? ¿Quién se enamora? ¡¡Nadie!! ¡¡No hay una mujer a la que yo le guste!! Eso me llena de rabia y hace que quiera acabar con el mundo entero. —No digas eso. ¿Y qué ha pasad
Una visita inesperada en la casa de los Castillo había llegado: la fiscal Carmen, acompañada de su séquito de policías, asustó a la servidumbre y sorprendió a la familia, quienes se encontraban conversando sobre la finalización del caso de la muerte de Bella y él bebe en su vientre. El futuro que le esperaba a esta joven sería muchos años en prisión, algo con lo que Andrés no estaba de acuerdo. La fiscal llegó sin ser esperada por la familia y su presencia no era bienvenida entre ellos. La fiscal Carmen y Bella, la esposa de Andrés, eran hermanas. Su hermana, no había sido la mejor esposa para Andrés. Aunque ya habían hablado de separación, al momento del accidente decidieron darse un tiempo para reconsiderar su relación y ver si continuaban juntos o no. —Familia, ¿cómo están todos? __ Fiscal Carmen, usted tan elegante como siempre —dijo Marcela, la matrona de los Castillo. __Me alegra que por fin hayan atrapado a esa delincuente. —Mamá, Victoria no es una delincuente; eso f
Victoria se encontraba sumida en sus pensamientos, revolviendo en su mente el embrollo en el que sus amigas la habían metido. Brenda y Rebeca, con la mejor de las intenciones, pero sin su consentimiento, la habían inscrito en un sitio de citas en línea, prometiéndole encontrarle el novio perfecto. "¡Un novio, por el amor de Dios!" pensaba Victoria, mientras se miraba en el espejo de su habitación desordenada. No estaba en busca de un compañero romántico; sus amigas, sin embargo, parecían convencidas de que eso era justo lo que ella necesitaba. De las tres, Victoria era la única convencida de que un hombre no era una pieza clave en el rompecabezas de su vida en ese momento. A sus 20 años, inmersa en la vida universitaria y destacándose como una de las mejores de su clase, tenía otros planes: disfrutar, bailar, comer, pasear y vivir la vida a su manera, libre de sobresaltos y estrés. Acostada en su cama, rodeada de montañas de ropa, Victoria intentaba decidir qué ponerse para la cit
Brenda observó a Andrés. Su cabello claro y su traje elegante lo hacían destacar entre todos los hombres presentes. No podía evitar notar su atractivo y sobre todo su riqueza. No podía permitirse siquiera pensar en que su amiga Victoria sé que quedara con él, la veía insignificante y poca cosa para un hombre como Andrés Castillo, un poderoso apellido en la ciudad. Victoria era encantadora y dulce, pero no tenía la misma ambición que Brenda. Brenda sabía que, si lograba apartar a Victoria del camino, tendría una oportunidad con Andrés. Así que comenzó a maquinar su plan malévolo. Brenda, con cierto descaro y sin vergüenza se acercó a Andrés. Sus ojos brillaban con malicia mientras le hablaba de lo hermoso de la ciudad y que, si necesitaba un guía, ella estaba dispuesta a prestar su ayuda. Brenda estaba tejiendo su telaraña, y ahora solo el tiempo diría si lograría atrapar a Andrés por completo. Pero una cosa era segura: la amistad con Victoria estaba en ruinas, y Brenda no se detendr
La búsqueda de empleo para Victoria ya había comenzado unos meses antes. Ya había terminado su carrera como publicista y se sentía preparada para trabajar. Entre todas las llamadas que había recibido de posibles trabajos, ninguno ofrecía un salario mínimamente serio, y en realidad, ella sentía que valía mucho. Estaba preparada profesionalmente, había sido la mejor de su clase con excelentes notas, por lo que se sentía muy valiosa. Por momentos sentía la necesidad de dirigirse a la empresa de su padre, para pedir el empleo soñado, total era hija de Antonio Caballero, el dueño y señor de la empresa, la cual tenía más de cien empleados y había sido mencionada en revistas y periódicos de la ciudad como una de las empresas de publicidad más prósperas del país, pero el orgullo la detenían, tenía muchos años que no sabía de él y presentarse así como si nada, de seguro sufriría una gran decepción y posiblemente humillaciones y burlas por parte del personal directivo que no sabían de su exist
Brenda estaba viviendo los mejores días de su vida. Andrés era un hombre guapo, adinerado, fogoso y encantador. No había un día que no la llenara de regalos ¡costosos! Cosa que le agradaba sobremanera. No sentía culpa por quitárselo a Victoria en las narices, pero —pensándolo bien— solo era una cita; ellos no tenían nada, y total, Andrés se fijó en ella y no en Victoria.En estos meses de intensa pasión, Brenda y Andrés pusieron fecha para su boda. No había que esperar para dar el sí; se amaban, se deseaban, se gustaban. Andrés tenía todo para hacer feliz a Brenda y darle el mundo si ella se lo pedía.—Vic, querida prima, quiero ofrecerte un trabajo con el que ganarás un buen dinerito ahora que estás nuevamente desempleada.—Cálmate, primo empresario. Solo llevo un día sin empleo, y, además, he pensado en ir a la empresa de mi padre, buscarlo y pedirle un empleo digno.—Eso está bien, pero necesito tu ayuda en esto. Bianca y yo necesitamos expandirnos, mostrar nuestro negocio, y pensa
La llegada del dueño de la empresa tenía todo patas arriba. Se rumoraba que, por su boda, les haría buenos regalos a sus empleados.Todos afirmaban que era un hombre muy generoso con sus empleados y colaboradores, y pronto estaría en la ciudad para contraer matrimonio con su joven prometida. Además, los chismosos también decían que todos sus empleados estaban invitados al magno evento, en el que se casaría con la mujer que le había flechado el corazón.Mientras daba los últimos retoques a una pieza gráfica publicitaria para los nuevos autos en el mercado, Victoria escuchó la algarabía de los empleados. Todos salían de sus oficinas y se dirigían al gran salón principal, donde se realizaban las reuniones y las fiestas de la empresa. Pensó que era algún simulacro contra terremotos o algo parecido. Fue la última en salir de la oficina y dirigirse al salón.Qué gran sorpresa se llevó Victoria. El jefe del que tanto se hablaba en esos días era nada menos que Andrés, el hombre que la había d
Victoria y toda la familia estaban preocupados por David y Bianca. Se habían endeudado para colocar su nuevo proyecto, un salón de eventos llamado Dubái. No les estaba yendo mal, pero necesitaban un empujón más de capital y su padre se lo había negado alegando que no estaba para perder dinero. Victoria quería ayudarlo, ya que era el único de la familia que se preocupaba por ella, su tía y primas la odiaban. Tomó su teléfono móvil y decidió buscarlo para ver qué se podía hacer con el negocio y evitar perder todo lo que ya se había invertido, lo peor, quedar con grandes deudas.-David, ¿dónde estás?-Hola, Vick, estoy en el salón de eventos. Estoy buscando una salida a este problema.-Ok, quédate ahí, voy en camino. Necesito que hablemos seriamente, tú y yo.David la estaba esperando en su oficina para ver qué era eso tan importante que su prima tenía para decirle.-Vick, me tienes en ascuas, pensando en qué tienes para decirme. __ David, sé que le pediste ayuda a tus padres y dijer