Andrés la invitó a un trago en la barra; ella aceptó el que el mesero le sirvió. Continuaron conversando y riendo. Era la una de la mañana y Victoria solo había tomado dos vasos con licor. Decidió que ya debía ir a dormir, puesto que su amiga Rebeca ya le había dicho que tenía mucho sueño, pero Andrés la invitó nuevamente a la pista de baile. Era la única manera en que podía abrazarla, rodearla con sus brazos y pegarse a ella tanto que podía sentirla toda.
Victoria era consciente de lo que sucedía a su alrededor: las miradas, las murmuraciones, la mirada estupefacta de Rebeca, las fotos que había tomado Karoll y los gestos obscenos que le hacía el novio de Karoll. Era tan cínico el tal Ray, que hasta Andrés lo había visto sacando la lengua e indicándole a ella que le hiciera sexo oral. Rebeca, enojada, se fue a la habitación dejando a Victoria bailando con Andrés; en verdad no parecía que bailaran: estaban tan juntos y mirándose el uno al otro que parecía que se besarían o simplemente