Al llegar al restaurante, Daniel ya estaba allí esperándola. Se apresuró a saludarla desde su silla, ya que no pudo levantarse por el dolor en su pierna. Esto lo apenaba en realidad.
—¿Llevas mucho esperando?
—Quise venir temprano. La puntualidad es un defecto.
—No es un defecto, es algo bueno.
Victoria se sentía muy bien al lado de Daniel. Tenían casi los mismos gustos, compartían la misma profesión, y él se veía muy correcto, decente y amable. Además, era un hombre guapo, pero no sentía nada por él, solo amistad.
—Victoria, ¿quieres casarte conmigo? —dijo Daniel mientras reían por las tonterías que decían.
—¿Qué?
—¿Lo que oíste? ¡Quiero casarme contigo y ya!
—¡Pero es muy pronto!
—¡La vida es muy corta para desperdiciarse en soledad!
—¡Qué cosas dices! ¡Yo no me siento sola!
—Entonces, ¿si te casas conmigo?
—No, no, mi respuesta es no. Eres muy intenso.
—Cásate conmigo, no te voy a obligar a nada. Por ahora puedes vivir en tu casa y yo en la mía, y luego vemos qué ocur