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Capítulo 10: ¡Humillarla a mi antojo!

Brenda maquinó su plan en contra de su ex amiga. Había golpeado a Andrés delante de todos, y además parecía estar persiguiéndolos. Victoria debería darse por vencida. Andrés la había escogido a ella, debía rendirse y huir en busca de su propia felicidad. Estaba feliz de que Andrés la despidiera, pero pensándolo bien, era mejor y mucho más placentero verla sufrir. Quería restregarle en la cara su felicidad, que sintiera envidia, que sintiera rabia de ver cómo ellos eran felices y, sobre todo, que se diera cuenta de que ella ahora sería muy adinerada al casarse con ese acaudalado hombre. Y, lo más importante, que se convertiría en su jefe inmediato, así podría humillarla a su antojo.

Se despidió con un apasionado beso de su prometido y dijo que se encontraría con Karoll para continuar buscando el lugar perfecto para la boda.

    __ Salúdame a mi querida hermanita.

   __ Ok, amor.

Brenda corrió a la oficina de recursos humanos, necesitaba hablar con Martha urgentemente. Entró a la oficina como si fuera la dueña y señora, mirando todo con cierto desprecio.

    __ Martha, necesito un gran favor suyo.

   __ Sí, señora, ¿en qué le puedo ayudar?

    __ El Dr. Andrés, mi prometido, sé que despidió a Victoria Caballero.

    __ Sí, señora, el Dr. tenía que despedirla, esa mujer lo abofeteó delante de todo el mundo. ¿Puede usted creerlo?

   __ Sí, sí le creo. ¿Me podría mostrar el contrato de Victoria, por favor?

  __   Aquí lo tengo. El Dr. dijo que había que darle una indemnización por el despido a esta señorita.

   __ No vamos a despedir a nadie. 

Estas palabras tomaron por sorpresa a Martha.

   __ Esa mujer tiene que pagar la humillación a mi prometido. El contrato será modificado. Pagará esa bofetada de la peor manera y yo seré quien se la cobre. Martha, usted me ayudará. ¿Le sirven $5,000 dólares?

Martha abrió los ojos, sorprendida. ¡Claro que le servían esos dólares! Necesitaba dar la cuota inicial para su auto nuevo, el que tenía se pasaba más tiempo varado o en el taller. No dejaría pasar esta oportunidad.

Las modificaciones al contrato de Victoria fueron dictadas por Brenda, quien especificó que debía estar disponible a cualquier hora que su jefe inmediato lo solicitara. Su puesto de trabajo era de total subordinación, debía trabajar bajo presión. Este contrato tenía vigencia de un año. Si ella renunciaba, debía pagar a la empresa la suma de $100 millones por daños y perjuicios. La empresa no podía despedirla hasta después de transcurrido ese año. Y eso no era todo: desde ese momento, era la secretaria del Dr. Andrés Castillo.

    __ ¿Pero el Dr. Andrés podría molestarse por colocar a esa golpeadora cerca de él? -dijo Martha, preocupada.

    __ Lo sé, pero no te preocupes, Martha. Tengo todo bajo control y Andrés aceptará.

    __ Usted sabrá lo que hace, señora.

Brenda hizo el cambio en el contrato para Victoria con el fin de tenerla cerca para humillarla. La pondría a ver su felicidad, le haría saber de todos los regalos que le daba Andrés, de sus viajes, de sus autos, de su casa y apartamentos fuera de la ciudad, de la ropa de marca y costosa, de sus planes para la boda y el lugar donde se llevaría a cabo. Le haría saber todo lo que había perdido por ser una tontarrona, sin gracia, fea y sin elegancia. La haría sentir envidia de su felicidad.

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