**Lyra**
—Tu abuela no fue una loba común —dijo el anciano mientras caminábamos juntos por el sendero empedrado que bordeaba el jardín interno del templo. Su voz era grave, cargada de nostalgia—. Su nombre fue predicho décadas antes de su nacimiento… Iridia.
Me detuve al escucharlo otra vez. Ese nombre, ese eco antiguo que había dormido en mi memoria por años, ahora era un grito claro en mi pecho.
—¿Predicho? —pregunté, con el ceño fruncido y el corazón acelerado.
—Los oráculos sabían que una mujer de luz nacería en las tierras del este. No sabían cuándo, pero sabían cómo la reconocerían… —el anciano me miró con ternura—. Iridia fue esa luz.
Sus palabras me erizaban la piel. Escuchaba con atención, como si cada frase fuera una reliquia que mi alma estaba destinada a recibir.
—Era sabia incluso de niña. Escuchaba, comprendía… y nunca usaba su don para vanagloriarse. Tenía un corazón puro, dispuesto a ayudar a su gente. Todos la amaban… —hizo una pausa—. Y como todo lo que brilla… tambi