**Sienna**
Por poco.
Por muy poco.
Vi el brillo en sus ojos cuando levantó mi celular del suelo. Vi su ceño fruncido, la tensión en sus labios.
Me lancé hacia él con la rapidez de un rayo, arrancándole el teléfono de las manos antes de que sus ojos terminaran de asimilar lo que había en la pantalla.
—¡Es privado! —solté con un tono más firme de lo que esperaba, aunque fingí nerviosismo.
Vi cómo su mirada se clavaba en mí. No me gustó. Había algo distinto en sus ojos esta vez.
Algo más alerta. Más frío.
—¿Privado? —repitió, con esa voz que se contenía apenas por educación—. Sienna, ¿qué está pasando?
Me obligué a parpadear despacio, a suavizar mis facciones. Me mordí el labio inferior como había practicado tantas veces frente al espejo.
—Es algo familiar… un asunto con mi madre. Lo siento si te alarmé —le respondí, con un suspiro tembloroso, bajando la mirada como si me sintiera avergonzada.
Vi que dudó. Estaba procesando. Sopesando.
No podía permitir que leyera el mensaje, ni que vi