Lyra
Sentía una impotencia que me carcomía por dentro. Mikail había cruzado todas las líneas y me tenía chantajeada con lo único que no podía poner en riesgo: la seguridad de mi hijo.
Por eso fingía, por eso le seguía la corriente, hasta tener la certeza de que podríamos ponernos a salvo y volver con Tharion. Todo lo demás podía esperar; mi prioridad era salir de esa pesadilla con el niño junto a mí.
Al pensar en Tharion, el pecho me dolía de angustia. Imaginé su rostro: decepción, rabia, esa mezcla que lo volvía más humano que cualquier otra cosa. No quería que creyera que alguna vez le daría una oportunidad a Mikail. ¿Quién en su sano juicio lo haría? Yo no.
Había dejado de amarlo hace mucho. Mi corazón ya no pertenecía a él; pertenecía a Tharion, al hombre que con gestos simples y sinceros me había dado un hogar y la calma que tanto había buscado.
Lo odié en silencio, recordando la noche en que eligió a Sienna. Su reputación, su estatus, habían sido más importantes que lo que él