Noté una suave sacudida en el hombro y abrí los ojos: Kael estaba a mi lado, mirándome de forma indescifrable con sus ojos café.
— ¿Es mi turno? — le pregunté ligeramente adormilada.
— Sí. Pero puedes dormir un rato más, yo me encargo.
— No. Me toca. Descansa. Mañana te espera un día duro.
— Sólo es un día más. No sabía que te preocupabas por eso, Kelly — me dijo burlesco. Resoplé.
— Somos un equipo, Kael. Vas a cargar con una carreta y no sabemos que es lo que nos podemos encontrar. — repliqué mientras me levantaba.
— Tu mandas — me respondió metiéndose entre las mantas. Cerró los ojos y se durmió al instante.
Miré unos segundos a Erick y Kael, que se mantenían alejados el uno del otro: eso me llamaba la atención, ya que ambos, cuando dormían conmigo, se acercaban e incluso me abrazaban en sueños.
Dirigí mis ojos hacia Kael: siempre se preocupaba por mi, a su manera. Sí, era muy irritante, pero también sabía que muchas veces me había dejado descansar más tiempo del qu