Erick salió de la habitación y cogí un traje y un trozo adicional de cuero. ¿Cómo podía adaptarlo para él?
Sin saberlo, él nos había revelado más información de la que pretendía en ese combate: ahora sabíamos que era una de esas personas que Kael y yo habíamos jurado matar. No nos habíamos enfrentado a ninguno hasta ahora, a excepción de aquellos cobardes que huyeron, así que no podíamos comparar. De todas formas, si había escapado de la Capital, no podía ser alguien importante.
Solté un suspiro mientras descosía las costuras y comenzaba a añadir los trozos de cuero para el cuerpo de Erick.
Eso era otra cosa que me había sorprendido: por las marcas en los pumas sabíamos que era fuerte, pero no esperaba que tanto. Estaba claro que sus golpes podían ser letales sin necesidad de un arma. Kael lo era y su cuerpo era más delgado y ágil. Kael tenía una buena musculatura, pero lo de Erick era algo totalmente diferente: densa, profunda. Sabías que te enfrentabas a una fuerza de la natu