—¡No puedo creer lo que hiciste! —Me levanté de mi lugar y empece a caminar en círculos, estaba furioso con mi padre por la desición que había tomado.
—Fue a pedido de tu madre, ¿Qué quieres Mijail terminar como tu tío? ¡Muerto! en manos de una puta.
—Sabes que no soy como él, jamás ninguna mujer pudo conmigo.
—¡El cabaret fue vendido! Ahora deja de portarte como niña chiquita y explícame porque carajos sigues llendo para ahí.
—Ya no soy un niño padre... —Le advertí.
—¡Es cierto! Pero aún sigues bajo mi mando.
—Desde niño que obedezco todas tus órdenes, sabes que jamás te falle, ¿Por qué vendiste el puto Cabaret? —Perdi el juicio y ya no me importaba nada mucho menos que me mandara a matar. Sabía que no debía hablarle así al jefe de la Bratva.
—¡Mijail! Luego dices no estar enamorado de esa puta de Giselle, te traerá consecuencias y tu lo sabés, pero escúchame bien, vuelves a insultarme y te mandaré a Rusia. No subestimes mi paciencia.
—¡Que no la amo! —Saque mi teléfono y le extendí