Capítulo 5

Camila 

—¡Buenos días! —Ingrese en la cocina a desayunar, hoy era mi segundo día y toco usar está porqueria de uniforme, con la bandana gris tapando mi cabello. Parecía una monja.

—¡Buen día! Puedes desayunar conmigo —Me ofrecio Paula.

—Gracias —Me servi café con pan y me senté al lado suyo en la mesa para empleados.

—¿Cómo te fue anoche? Me dormí pasada la medianoche y aun no llegabas.

—Tube que quedarme a conocer el ambiente —Le dije mientras bebia mi café.

—¡Espero te vaya bien! —Sentia que ella no estaba de acuerdo con lo que hacia pero eso no debía importarme. La desición ya estaba tomada.

—¡Es lo que debo hacer! Además así conseguiré más dinero para devolverle a mis padres.

—¡Si tu lo dices! —Ella bebió su café y yo hice lo mismo, estaba incómoda con este disfraz absurdo de mucama.

—Realmente no veo el motivo de usar esto —Limpie el sudor que corría por mi frente, ya que al estár en la cocina con las hornallas y hornos prendidos, era literalmente una caldera aquí.

—Son órdenes de la señora Ekaterina —Se acercó a decirme al oído —Sus hijos cojen con las empleadas —Señalo con su vista a Greta.

—¡En serio! ¿Pero que tiene que ver esto...? —Tapo mi boca con pan y río luego, lo que provocó la atención de Greta.

—Camila el señor Mijail se retira a las 9 puedes ir buscando tu carrito —Miro la hora de su reloj controlando los minutos que faltaban.

—¿Carrito? —Pregunte sin saber.

—¿Maria puedes enseñarle? —Greta me miró sobrando y salio de la cocina.

—¡Ven por aquí! —Segui a la muchacha y fuimos al cuarto de lavado allí se guardaban unos pequeños carritos con productos de limpieza y una pequeña Aspiradora de mano.

Maria me explicó que debía hacer, hasta para limpiar había protocolo en este casa. Cuando el señor Ivanov salió de la mansión subi a su habitación a limpiarla, María subió conmigo al igual que las demás empleados.

Al entrar en su habitación todo es color azul, su cama está al medio es tamaño King size, tiene sus sábanas color oscuras al igual que el cobertor color azul marino. Hay pocos muebles solo dos mesas de noche y un escritorio con computadora. Al frente de aquella habitación hay dos puertas, una lleva al armario y la otra es del baño. 

Lo primero que hice fue deshacer la cama, cambie las sábanas y el cobertor, luego espire la alfombra que fue lo que más trabajo me dio, ya que era muy pequeña para semejante habitación, luego lustre los muebles, dejando todo en su lugar, en su mesa de noche se encontraba un Rolex de oro, y una cadena de oro con un dije de crucifijo. Limpie los cuadros que posaban en la otra mesa de noche que tenía la foto de dos mujeres.

Entre al inmenso armario, quien no soñaría con uno asi, levanté toda la ropa del piso, acomode todos sus calzados que estaban regados en el suelo, la ropa del piso la puse en el canasto para llevar a lavar. Luego pase al lujoso baño, todo era de mármol y al parecer los grifos eran de oro. Cambie todas las toallas por unas limpias y lave el sanitario. No podía creer como cambio mi vida, pase de estar en una importante empresa como secretaria ejecutiva a la cárcel y de allí a mucama de está familia. Intenté esfumar estos pensamientos que solo traen dolor a mi vida y seguí con mis tareas.

Antes de irme abrí las cortinas oscuras y abrí las ventanas dejando entrar aire en la habitación. Una vez termine salí de allí con el carrito en una mano y el canasto en otra. Baje primero la ropa sucia y luego subí a buscar el carrito que había dejado en el pasillo de los empleados. Me había tardado una hora en limpiar aquella habitación, ahora entendía porque necesitaban tantos empleados domésticos. 

Al bajar deje la ropa para lavar en el cuarto de lavado y fui hacia las duchas a darme un baño, me sentía sucia por el cambio que dio mi vida. Lo peor no era tener que limpiar una habitación, lo peor era tener que trabajar en aquel cabaret, yo no merecía esto. Me había preparado toda mi vida para ser alguien, estudie y trabaje al mismo tiempo para poder pagar mis clases, todo lo conseguí con esfuerzo, pero nada sirvió cuándo Raúl me vio la cara de estúpida, ahora no sirve de nada quejarme, lo hecho ¡Hecho está! Debo seguir trabajando duro como me enseñaron mis padres. Nada ni nadie va a volver a lastimarme. Termine de ducharme y fui a mi habitación, me puse otro de los uniformes y salí a la cocina a esperar la hora del almuerzo. Aquí dentro solo se podía estar si llevamos puesto el uniforme.

Mijail

—Aurora ¿Se encuentra mi padre? —Al llegar a su oficina debía anunciarme, al señor Ivanov no le gustaba ser interrumpido.

—¡Esta en una junta joven! Necesita dejarle algún recado.

—¡No nada! Avísame cuando esté libre —Volvi a mi oficina y me encerre pensando en lo que Frank me dijo anoche ¡Nuevo dueño! Eso no podía ser posible, ese cabaret tenía que ser mío.

Tome mi teléfono para hacer unas llamadas, cuando recibí el mensaje de Boris, que el trabajito había sido llevado a cabo, también me informaba que tenía datos de aquella mujer de anoche.

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