CAPÍTULO 41**
El sueño es una felicidad. Podría fácilmente ser una de mis cosas favoritas en este mundo.
Pero cuando alguien arruina eso para mí… Oh, debe tener ganas de morir.
En el momento en que comienzo a soñar, tal vez incluso el mejor sueño que haya tenido, me despiertan. Me despiertan.
Siento besos suaves pero muy molestos en mi rostro. Quiero sonreír, pero mi humor ya de por sí insoportable me lo impide.
—Es el día del entrenamiento, pequeña —murmura Greyson besando mis ojos cerrados.
—Déjame en paz, Greyson —le digo mientras subo las cobijas hasta mi cuello y me doy vuelta de espaldas a él. Me voy a forzar a volver a dormir.
Me acurruco más en las cobijas suaves y comienzo a dormirme tranquilamente en la cama. Es entonces cuando él vuelve a hablar :
—Me has herido profundamente. —Parece triste, este pequeño bromista—. Además, no te voy a dejar en paz hasta que te despiertes.
De repente, un pellizco en mi costado me hace sobresaltarme.
Caigo sobre la cama, mis cobijas ya medio