Capítulo 71. Nota peligrosa
El vapor todavía empañaba los cristales del baño cuando salí de la ducha. Me sentía un poco más ligera, aunque el peso de mi panza de siete meses era una realidad que me acompañaba en cada movimiento.
Me envolví en una bata de seda gruesa, sintiendo cómo el agua caliente había relajado un poco los músculos de mi espalda, esa zona que últimamente parecía querer rendirse ante el peso de Luis.
Me sequé el cabello distraídamente, mirando mi reflejo en el espejo. Mis ojos se veían cansados, pero había un brillo de esperanza que no estaba antes. Estar en la cabaña con Alejandro me hacía sentir, por fin, protegida.
Habíamos pedido algo de comida a domicilio. Estaba hambrienta y Luis no dejaba de dar pataditas, como si él también estuviera ansioso por la cena.
Caminé descalza hacia la sala, frotándome el cuello. El silencio de la cabaña era absoluto, interrumpido solo por el crujido de la leña en la chimenea. Me dirigía al sofá para esperar el aviso del repartidor, pero algo en el suelo me hi