Capítulo 72. El corazón de la Tormenta
Narrador Omnisciente.
Alejandro Cruz detuvo su auto deportivo frente a la cabaña con un frenazo que levantó una nube de grava. No esperó a que el motor se apagara por completo; saltó del vehículo con el corazón martilleándole las costillas.
—¡Valeria! —gritó mientras abría la puerta de un golpe.
El silencio que le devolvió la casa fue más aterrador que cualquier grito. Al entrar a la sala, sus ojos se fijaron en la pequeña nota blanca en el suelo, pero su aliento se cortó al mirar hacia el pasillo.
Valeria estaba tendida, con el rostro pálido como la cera y su bata de seda manchada de un carmesí oscuro que se extendía entre sus piernas.
—¡No, no, no! ¡Valeria! —Alejandro se desplomó a su lado, tomándole el pulso con manos temblorosas. Estaba viva, pero su respiración era superficial.
El pánico, un sentimiento que Alejandro se jactaba de no conocer, lo golpeó como un mazo. Salió al porche y gritó con toda la fuerza de sus pulmones buscando a Jim, el hombre que cuidaba la propiedad y vi