Capítulo 57. La Traición Escrita
Llegué tarde a la clase de derecho constitucional. Era mi última asignatura de la mañana. Me sentía mentalmente agotada por la farsa con Damon y la intensidad de Alejandro en mi habitación, aunque aún no se lo había contado.
Mariana ya estaba sentada en nuestro pupitre habitual. Damon, tres filas más adelante, se volteó y me sonrió. Asentí, forzando una expresión neutra.
Me senté. El aula estaba casi llena y el murmullo era constante. Dejé mi mochila a un lado y me dispuse a sacar mis apuntes.
Fue entonces cuando lo vi.
Había una nota doblada, de papel grueso, sobre mis libros. No estaba escrita con el pulcro papel de la universidad. Era de una textura extraña, áspera.
Mis manos se enfriaron por el anónimo.
Lo oculté rápidamente, deslizándolo bajo el cuaderno para que ni Mariana ni Damon se dieran cuenta.
—¿Todo bien? —murmuró Mariana.
—Sí, solo... estoy cansada —mentí.
Esperé hasta que el profesor empezó a hablar. Me hice pequeña en el asiento. Con dedos temblorosos, abrí el papel.
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