—¡Lorena!
La pobre sirvienta pegó un brinco y casi tira el pastel de cumpleaños. Cuando buscó al dueño de esa voz, se encontró a Hugo con una sonrisa amplia.
—Señor Hugo, qué gusto verlo de nuevo —dijo con recelo y avanzó con el pastel, alejándolo de ese dedo que deseaba robar algo de glaseado.