Noche de copas

—Acabo de renunciar —le dijo a Jason cuando este le respondió la llamada.

—¡¿Qué?! ¡¿Te hizo algo ese imbécil?!

—No, en la noche te cuento.

—Ven y dame una mano, estoy a full y me faltaron dos meseros.

Subió la caja con sus pertenencias al auto y condujo hasta el restaurante de su amigo, bajó y fue a la cocina de inmediato, lo encontró en las estufas atareado.

—¿Qué hago? —Le preguntó luego de darle un beso en la mejilla.

—Ponte un uniforme y ayúdame a tomar órdenes, dile a Bianca que te asigne área.

Enseguida se puso un uniforme para meserear y Bianca le dijo a donde ir, fue rápida para tomar órdenes y pasar platos, entre lo que ambos hacían le iba contando lo sucedido.

—Es un estúpido macho —le dijo mientras acomodaba los platos en la charola y salió a prisa a entregar.

—¡Buen provecho! —Les deseó a los comensales y volvió a la cocina.

—Ya lo veo, pensará que está en medio oriente donde hay que guardar silencio y rendirle por ser hombre, hiciste bien.

—Lo se, me pesa estar sin trabajo pero un día mas no lo soportaría.

Fue en efecto un día pesado y largo, terminaron poco después de la una de la mañana y cerraron para ir a descansar.

—Vamos arriba, anda que fue un día de locos y sabemos bien cómo lidiar con ello.

En la parte de arriba del restaurante tenía un pequeño departamento donde se quedaba cuando ya era muy tarde para volver y la invitó a quedarse y a pasarla bien un rato, algo que Helena disfrutaba mucho y no se negó.

Los días siguientes le estuvo ayudando a su amigo, había mandado unos correos a puestos vacantes y no había recibido respuesta. Se quedó viendo que el espacio del restaurante ya era insuficiente para las visitas que recibían y pensó en proponerle un trato a Jason.

Esa noche, luego de cerrar y de la sesión de sexo que hubo en el departamento de ella fue que le habló.

—He estado pensando, yo no tengo trabajo y tú tienes demasiado, yo tengo capital para invertir y tú necesitas hacer crecer con urgencia el restaurante.

La miró entendiendo sus palabras pero guardó silencio para dejarla terminar.

—¿Qué te parece hacernos socios? Yo te doy el dinero para un lugar mas grande, corro con gastos de todo y además seguiré llevando las finanzas.

—Puede resultar, quizá solo debamos discutir el porcentaje, pero en tu cama.

La tomó en su brazos y fueron a la habitación, como era de esperarse no hablaron de negocios hasta la tarde siguiente y llegaron a acuerdos. Empezaron a buscar locales mas grandes en la misma zona y encontraron tres, solo era cuestión de verlos y decidirse por alguno que se ajustara a sus necesidades para poder comenzar con todo.

Esa noche era el día que Jason cerraba para descanso y le dijo que saldría con una chica, así que Helena salió también a bailar por su lado, fue a un bar que vio publicitado en el I*******m de un ex compañero de trabajo, se puso guapa y salió.

No llevó su auto, pensando en si tomaría un par de copas y pidió el viaje a un uber que ya conocía de varias fiestas y con el que sabía que siempre volvería segura a casa.

El chofer la dejó a la entrada de "Inferno" un sitio que prometía, al menos al verlo por fuera era atractivo y ya había conseguido un pase, así que al llegar solo le escanearon su código QR y le dieron acceso.

Le gustó lo que vio, un ambiente de fiesta pero sin ser abrumador. Las mesas en la parte de abajo eran de cuatro plazas y se veían las áreas para VIP en la parte alta con mas espacio. Caminó con cuidado entre las personas y se dirigió a la barra, pidió un mojito y vio que el lugar se ambientaba con la música electrónica y se lanzó a la pista sin importar que no conocía a nadie y comenzó a dejarse llevar por la música sin perder de vista su trago en la barra. Bailó un rato y volvió para tomar de un solo trago el mojito.

—Sedienta —escuchó que le dijeron al oído y volteó de inmediato al no reconocer aquella voz que le resultó atractiva y electrizante. Se encontró con una figura masculina y perfecta por donde se le mire.

Helena lo detalló discretamente y pudo ver que tenía todo en su lugar y justa medida, andaba cerca del metro con ochenta y cinco, el tono de su piel era un moreno claro y su cabello castaño peinado muy adecuadamente a un lado, una barba tan preciosa y cuando llegó visualmente a esa parte de su rostro se dijo para si misma "El Dios del Trueno" y sonrió por lo bajo, pareció mas un acto de coquetería que el hombre bien recibió.

—Damián , mucho gusto —se inclinó un poco para darle un beso en la mejilla que le provocó un cosquilleo en lo mas recóndito de su ser.

—Helena Harrison —le respondió y se sonrieron con complicidad y nerviosismo.

—¿Me aceptas un trago?

Sonrió nuevamente y negó con la cabeza —agua natural con hielos —le dijo al chico de la barra —el alcohol necesito llevarlo con calma —le explicó a Damián .

—Claro.

Se descubrieron cómodos esa noche el uno con el otro, bailaron y conversaron por horas y ya cerca de las dos de la mañana Helena se despidió de él.

—Te llevo hasta tu casa —Se ofreció de inmediato Damián .

—No es necesario, vienen por mi.

La acompañó hasta la salida y vio que quien llegaba por ella era un uber y se negó a dejarla subir ahí.

—Que yo lo conozco, cuando salgo sola él me lleva y me trae —le explicaba y él parecía no estar de acuerdo.

—Al menos me irás compartiendo tu ubicación en tiempo real —le pidió y Helena se soltó una carcajada que a él evidentemente le molestó.

—Es una manera original para que te de mi número, pero llevó mas de una hora negándolo y no caeré ahora,  tengo alguien que ya se encarga de rastrear mi ubicación tú quédate tranquilo y gracias por esta noche —le dijo subiendo al asiento del copiloto.

—¿Te veré de nuevo? —Le preguntó Damián  aferrado a la puerta del auto.

Helena sonrió y solo alzó sus hombros para hacerle saber que no tenía idea.

—Quizá, no lo se.

El uber arrancó y Helena se quedó mirando a través del espejo mientras se perdía entre las luces del tráfico.

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