Abril.-
— ¡Oye, suéltame! –se gira como un simio con los hombros tensos, mirándome con los ojos incendiados–. lo tenía controlado ¿me seguiste?
— ¡Si, muy bien que lo tenías controlado!
— ¿Crees que ese imbécil era problema para mí? He estado involucrada con peores hombres.
Gira su cabeza como la niña del exorcista con la ceja enarcada que casi le llega hasta la nuca.
— Vamos de vuelta a la base.
— Puedo irme sola, gracias –le paso por un lado, pero me detiene, apretando mi brazo con fuerza.
— Has estado esquivándome por un mes ¿no quieres tenerme cerca?
Masculló muy cerca de mi oído, con esa voz… esa voz que me desarma por completo y odio siquiera pensar en bajar la guardia precisamente con él.
— ¿Estás ocultándome algo? ¿O quieres hacerte la dura? Castigándome con el látigo de tu indiferencia.
Me giro para alejarlo, coloqué la mano sobre su pecho que el miró frunciendo sus cejas.
— No tengo porque castigarte con nada, lo suyo y lo mío general, fue solo sexo, tampoco necesi