Abril.-
El auto avanza entre las calles de Seattle, a través de la ventana miraba a Elijah, silencioso, pensativo, con la mirada perdida, sin embargo no perdía ese porte de seguridad y confianza, tan… apuesto. ¡No sé en qué diablos estoy pensando!
Estaba algo abrumada y sorprendida, nunca había visto a Asher minimizarse ante alguien, solo bastó un aura poderosa e intimidante para hacerlo callar.
El sonido de su voz me sacó de mis pensamientos, en silencio Elijah sale del vehículo y extrae mi silla de ruedas, un utensilio exagerado, puesto que mis piernas funcionan perfectamente, pero con este troglodita no se puede discutir, y siendo sincera en estos momentos no tengo las energías.
— Llegamos –su voz me saca de mis pensamientos, al girar mi cabeza mi mandíbula termina en el suelo, estacionamos en uno de los edificios más lujosos de Seattle.
— ¿A quién chantajeaste para quedarnos aquí? –Elijah me sostiene en sus brazos ignorando mis palabras.
— Señor Maxwell, bienvenido –un portero