90. La presa
Hee-sook había regresado a su penthouse. Se quitó su ropa y se duchó. Se puso un baby doll erótico, que la hacía lucir sensual y hermosa. Fue a la cocina por soju coreano. Se sirvió en una copa y en su celular empezó a buscar sobre Hield Dietrich. Revisó las redes sociales, pero los Dietrich eran muy reservados. Ninguno de ellos tenía fotos, solo una familiar de los señores Dietrich y los tres hermanos cuando eran niños. Enseguida distinguió a su pequeño impostor. Era tan dulce e inocente, que le provocaban ganas de tenerlo solo para ella. Estaba comprometido con Heinz por decisión de sus padres, pero había encontrado a una presa más deliciosa y pura de cazar, a Hield Dietrich, el hermano de Heinz, su lindo mentiroso, su concuñado. Lo tomaría bajo su control. Ya tenía todo lo necesario para hacerlo. Él no podría rehusarse a lo que le ordenara. Se convertiría en la dueña de ese joven magnate de ascendencia europea. Moldeó una sonrisa malvada. Hield Dietrich era su nueva presa, virgen,