139. El amanecer
El amanecer se filtraba a través de las cortinas, bañando la habitación en una luz suave y dorada. Ha-na despertó primero, aún envuelta en el calor del abrazo de Heinz. Por un momento, permaneció quieta, escuchando su respiración tranquila y sintiendo el peso de su brazo sobre ella. La calidez de esa cercanía le brindaba una extraña mezcla de confort y confusión. No había palabras que describieran exactamente lo que sentía, pero decidió no pensar demasiado en ello y disfrutar del momento.
Heinz abrió los ojos y notó que ella ya estaba despierta. Sus labios se curvaron en una ligera sonrisa, y sin decir nada, se inclinó para besarle la frente. Fue un gesto simple, pero cargado de una ternura que rara vez mostraba abiertamente. Sin necesidad de palabras, ambos se levantaron, conscientes de que el día laboral ya estaba esperándolos.
En el baño, compartieron el espacio sin incomodidad. La rutina compartida era fluida, casi coreografiada, como si hubieran hecho esto durante años. Heinz aju