Los ojos del señor Pako comenzaron a nublarse, y poco a poco se hundió en la inconsciencia.
Alden miró al señor Pako desmayado y luego al puñal en su mano. En ese instante… se arrepintió.
Pero no quería que Beatriz lo viera como un inútil. Le gustaba tanto que haría cualquier cosa solo por verla sonreír.
Miró alrededor, buscando una forma de fingir que la muerte del señor Pako había sido un suicidio.
Así podría librarse y evitar ser implicado.
De pronto, vio un puñal antiguo dentro de una vitrina. Parecía valioso, con marcas que revelaban historia y antigüedad.
Rápidamente guardó el puñal que había traído y, usando unos guantes blancos, limpió con cuidado todos los lugares donde pudiera haber dejado huellas. Luego tomó el puñal del propio señor Pako, temblando de nervios.
Tras dudar una y otra vez… finalmente cerró los ojos y tomó la cruel decisión.
Siguiendo las instrucciones de Beatriz, Alden acomodó la escena y se marchó por la puerta trasera, llevándose todo consigo para que no qu