Isla se sobresaltó y dio un traspié hacia atrás cuando Ezra la empujó con fuerza.
—¡Ahhh…!
Cayó al suelo y comenzó a llorar a todo pulmón, llamando de inmediato la atención de la maestra.
—¿Qué ha pasado aquí?
Al ver a Isla sujetándose la frente con una expresión de dolor, la maestra sintió una mezcla de compasión e indignación. Este era un jardín de infantes de élite, y cualquier incidente con estos niños recaería fuertemente sobre ella, como simple docente.
Ezra empezó a entrar en pánico al presenciar la escena. Al encontrarse con la mirada de la maestra, tartamudeó: —Lo siento, maestra, yo la empujé.
Al darse cuenta de que se trataba del hijo de los Kensington, una familia con la que no era prudente meterse, la maestra sintió que le dolía la cabeza solo de pensarlo.
—Me duele, me duele…
En ese momento, los suaves sollozos de Isla captaron su atención. Al voltear, vieron sangre brotando de su frente.
—Oh no… —pensó la maestra.
Rápidamente llamó a un vehículo para llevar a Isla al ho