Al escuchar esa voz—exactamente la misma que por teléfono—la recepcionista se sintió aliviada y guio a Vanessa hacia adentro.
Cuando Vanessa vio el estado de Mariah, se quedó helada y corrió a abrazarla.
—Mariah —dijo con la voz cargada de preocupación y dolor.
Verla así solo le permitió imaginar por lo que había tenido que pasar.
—Lo siento, todo es culpa mía. Si no fuera por mí, no estarías así —murmuró Vanessa, bajando la cabeza con culpabilidad.
Mariah le acarició la mano de forma tranquilizadora y negó suavemente con la cabeza.
Eso hizo que Vanessa se sintiera aún peor.
—Te llevaré al hospital —dijo, intentando ayudarla a ponerse de pie.
Aunque Mariah estaba gravemente herida, su mente seguía clara. Sujetó la manga de Vanessa y dijo:
—No podemos ir al hospital, nos descubrirán. Vámonos a casa.
Vanessa lo pensó y le pareció lógico, así que la sostuvo y la llevó hasta el coche para conducir de regreso a su casa.
Al entrar en la casa de Vanessa, encontraron a Leonardo esperando.
Mom