En ese momento, el abuelo Kensington no sabía que las personas que había enviado ya habían sido compradas por Beatriz, y que no se había recibido ni una sola información útil.
Luca, por su parte, finalmente notó que algo no estaba bien. Su asistente lo llamó de repente para informarle sobre el manejo del proyecto, pero él jamás había ordenado retrasar los pagos. Además, conociendo a su abuelo, estaba seguro de que el anciano ya no intervenía en los asuntos de la empresa. Aquello no parecía venir de él.
En ese momento, la única persona interesada en atacar al Grupo K era Beatriz. Era casi seguro que quienes habían retrasado los pagos estaban bajo sus órdenes.
Al pensarlo, Luca apretó los puños con fuerza, furioso.
Había subestimado a Beatriz. No esperaba que ella extendiera sus garras hasta su territorio.
Sin embargo, Luca también sabía mantener la cabeza fría. No podía confrontarla abiertamente todavía. Lo mejor era fingir desconocimiento, esperar a que los peces se acercaran a la sup