Afuera del restaurante.
Daniel Mendoza mantenía una actitud desenfadada, casi insolente, mientras sus ojos recorrían a Sofía con evidente ligereza.
Una sonrisa cínica se dibujó en sus labios.
Rodeaba con un brazo la cintura de Laura, mientras con la otra mano jugueteaba distraídamente con un encendedor.
Parecía como si nada a su alrededor le importara.
Sin embargo, cuando su mirada se posó en el tipo sentado frente a Sofía, su expresión cambió un poco.
Un destello de curiosidad apenas perceptible cruzó sus ojos.
No alcanzaba a verle bien la cara; solo distinguía una espalda ancha.
Pero por su porte distinguido y el aura de poder que emanaba, intuyó que ese tipo no era cualquiera.
Laura siguió la mirada de Daniel y también se fijó en el individuo frente a Sofía.
Aunque solo veía una espalda, percibió con agudeza que el aire que desprendía era distinto al de Daniel y al de cualquier otro que hubiera conocido.
Era la presencia de alguien con autoridad: sereno, discreto, pero con una deter