Ambos se dieron la vuelta al mismo tiempo, solo para encontrarse con la cara de Valeria encendida por la ira. A su lado, como siempre, estaba su inseparable seguidora, Diana.
Sofía ladeó la cabeza, incrédula, y, por reflejo, miró a Eduardo.
«¿Será una trampa de esos dos? De otro modo, ¿cómo explicar tanta coincidencia?»
Para empezar, Valeria llegaba justo en ese momento con Diana, reclamándole a gritos a su novio por estar con otra mujer. La escena tenía toda la pinta de ser la clásica pillada de infidelidad. Por eso, no podía evitar pensar que todo era demasiado oportuno.
Pero al segundo, desechó esa idea.
—Va… Vale, ¿qué haces aquí?
Eduardo estaba incluso más nervioso que Sofía, y ver a Valeria lo aterrorizaba.
«Maldita sea. ¿Cómo es que apareció justo ahora?»
«Todavía no he pensado en qué le voy a decir, ¿cómo nos descubrió tan fácil?»
El sudor le perlaba la frente mientras su mente trabajaba a toda velocidad, intentando encontrar una salida.
El par de amigas se acercó. Sus ojos del