Al ver a Marcela parada ahí, con un atuendo muy llamativo, Sofía fue directo a abrazarla.
—¡Ay, mi vida! —Marcela la abrazó con fuerza—. ¿Qué tienes? ¿Alguien te hizo algo? Hoy andas muy pegajosa.
Su amiga la recibió con una sonrisa radiante.
Evidentemente, le tenía un gran cariño a Sofía.
Sin embargo, en ese momento, percibió al instante que algo no andaba bien con ella.
No sabía qué podría ser esta vez.
Después de todo, era una persona muy centrada; para que estuviera así, algo grave debía haber ocurrido.
—Tú sabes… es por mi mamá.
Recargó la cabeza un momento en el cuello de su amiga y luego, tomándola del brazo, la llevó para que se sentaran a beber.
—¿Y ahora qué te dijo tu mamá? ¿Sigue siendo igual de injusta contigo?
Una sonrisa amarga apareció en los labios de Sofía mientras le contaba a Marcela con todo detalle lo que había pasado.
Aparte de ella, no tenía a nadie más en quién confiar.
—Lo de siempre. Me trató así en la empresa, ¡y enfrente de Valeria!
Marcela la miró con comp