Al escuchar eso, Sofía sintió una puñalada en el corazón.
Levantó la cabeza bruscamente hacia Lorena, con una expresión de absoluta incredulidad en sus hermosos ojos.
«¿Entonces ya empezaron a hartarse de mí?», pensó. «¿Creen que soy una inútil?»
Su madre ignoró por completo la incredulidad en su mirada.
En ese momento, se había convertido en una seria amenaza para la imagen y la reputación de la compañía. Incluso si no se mostraba severa, los accionistas de la empresa la acabarían destituyendo. Mejor ser ella quien hiciera el papel de villana.
—Directora… ¿qué quiere decir con esto?
La voz de Sofía sonaba entrecortada; estaba muy afectada.
Valeria, que observaba desde un lado, apenas podía contener la risa.
«Quién lo diría. Llegó tu hora», pensó. «Antes te aprovechabas de que mamá te consentía para hacer lo que se te daba la gana, ¿no? Pues se acabó. ¡A ver si sigues tan campante!»
Si no hubiera sido por el pésimo momento, Valeria se habría reído a carcajadas.
Lorena la miró con durez