Desde la fiesta de cumpleaños de Lorena, él ya se había dado cuenta de que Sofía, esa hermana, no era ninguna muchachita dulce.
Y hoy, al escucharla hablar así delante de tanta gente, no hacía más que confirmar sus sospechas.
Pero a Sofía aquello no pareció afectarle en lo más mínimo. Esbozó una sonrisa amable y dijo:
—Ay, hermanita, exageras.
—No creo que me estuviera coqueteando. Hace un momento vi que también andaba detrás de ti. Siempre ha sido un mujeriego, eso es todo.
Valeria palideció. Sus ojos, antes serenos, ahora reflejaban pánico.
—Ese tipo es tu exnovio, hermanita, ¿qué tendría que ver conmigo?
—Seguro viste mal, yo ni lo conocía.
—Más te vale que así sea —respondió Sofía, acercándose lentamente a su hermana hasta susurrarle al oído con un tono que no admitía dudas—: ¿Crees que no sé nada de tus porquerías?
—Sé perfectamente todas las cochinadas que has hecho. Si no quieres que se lo cuente todo a mamá, más te vale que te comportes.
Ella sonrió y volvió a poner un poco de