Pero ya no obtendría su respuesta; los de seguridad ya se lo estaban llevando a rastras.
Mientras se lo llevaban, Daniel seguía gritando:
—¡No, Sofía, sé que no es cierto! ¡Todavía sientes algo por mí!
—¡Si te quedas con ese tipo, te aseguro que no serás feliz! ¡Te vas a arrepentir!
La voz del sujeto resonaba en los oídos de Sofía, persistente.
Ella arrugó la frente, sintiendo una punzada de fastidio.
Alejandro la rodeó por los hombros, tranquilizándola con suavidad:
—Ya, tranquila. No vale la pena enojarse por un patán así.
—Tienes razón. —Sofía sonrió levemente y se dirigió a los demás invitados—: Qué pena que hayan tenido que presenciar esto. Los trapos sucios se lavan en casa, ¿verdad? Espero que no les haya arruinado la noche. Por favor, olvídense del incidente y sigamos disfrutando.
—Claro que sí, la señorita Vargas hizo lo correcto. Así se trata a esa clase de tipos.
Los colegas también estaban impresionados por la firmeza mostrada y cuchicheaban entre ellos:
—Parece que Sofía f