Capítulo cincuenta y nueve. Confrontando el pasado
Confrontando el pasado
Mientras tanto, en la mansión Montecarlo, cerca del mediodía, Julián e Isabel se despedían de la familia.
—Gracias por todo lo que has hecho por mí, Arturo —dijo Isabel tomando las manos de su hermano.
—Eres mi hermana, Isabel, y aunque estos años nos distanciamos, nunca dejé de preocuparme por ti.
Isabel se lanzó a sus brazos, le dio un beso en la mejilla.
—Te quiero, Arturo.
—Y yo a ti, Isabel, te deseo toda la felicidad del mundo —dijo—. Si un día me necesitas no dudes en llamar o volver a casa —añadió.
Ella asintió.
—Gracias, Paula —Isabel la miró—. Gracias por enseñarme que hay segundas oportunidades en la vida, por perdonar mis malos actos y por amar y proteger a Arturo.
Paula sonrió.
—Ellos son mi familia y tú también, puedes venir a casa cuando quieras, las puertas siempre estarán abiertas para ti.
Paula fue quien se acercó y le dio un reconfortante abrazo.
Julián también agradeció la hospitalidad y todo lo que habían hecho por ellos.
—Hazla feliz, Juliá