VI - Lobos

Los días siguientes fueron similares, Alecksander se iba temprano en la mañana y ella se quedaba sola, leía, bajaba a los jardines a leer más, se aburría, paseaba a la orilla del bosque y luego se reunía con Alecksander para cenar. Aunque a veces pensaba en su plan de escapar, ahora lo veía como algo que nunca podría realizar por sí misma sin morir en el intento. No quería eso, así que lo había relegado hasta tener opciones más viables.

—Regina… —la voz de Alecksander sonó en su cabeza—. Regina… —se había relajado tanto durmiendo al lado del alfa que su sueño se volvió profundo y abandonó la orilla de la cama para estar a sus anchas en el espacio que le correspondía—. Regina…

Abrió los ojos y vio que todo estaba oscuro aún, así que pensó que la voz de Alecksander solo sonó en sus sueños.

—Regina, dormilona…

—¿Qué? —dijo adormilada—. ¿Qué pasa?

—Voy a correr, ¿quieres venir conmigo?

—¿A correr? ¿Qué hora es? —indagó, sus ojos querían volver a cerrarse.

—De madrugada. Tardará una hora o
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