Verdad Enmascarada.
El aire de la oficina parecía más pesado que de costumbre, cargado de esa sensación de vigilancia invisible que se instala cuando sabes que alguien más mueve las piezas detrás de lo que ves.
Caminaba entre los escritorios, sintiendo el murmullo tenue de los empleados como un latido constante: todos observaban, todos evaluaban, y yo me sentía al mismo tiempo en control y atrapada por esa mirada colectiva.
Dorian apareció de pronto, entrando con esa calma meticulosa que siempre me desconcertaba.
No era su presencia lo que me desconcertaba; era cómo lograba moldear la percepción de todo lo que pasaba a su alrededor, sin siquiera tocarlo directamente.
—Elara —dijo, con un tono suave, medido, que parecía capaz de contener cualquier tormenta—. He revisado los informes más recientes. Hay áreas críticas que requieren atención inmediata y, sinceramente, creo que es mejor que intervenga ahora. Puedo ayudarte a reorganizar todo sin que el caos se extienda.
Lo miré, percibiendo la firmeza en sus