El Hombre que Eras.
A veces la memoria no llega como un recuerdo completo, a veces aparece como una sensación.
Un gesto, una forma de estar de pie, una manera de mirar el mundo sin titubear.
Eso fue lo que me golpeó esa mañana mientras lo observaba ajustarse el reloj frente al espejo del baño.
Caelan siempre había sido preciso… antes.
El Caelan que yo conocí años atrás no dudaba frente a su propio reflejo. No se revisaba dos veces.
No necesitaba confirmarse: era firme, frío incluso, pero claro, como si todo en su cabeza estuviera perfectamente alineado.
Ese hombre no tenía miedo, quería control.
Recordé la primera vez que lo vi enfrentarse a su familia.
No alzando la voz, no perdiendo la compostura. Simplemente resistiendo.
Los Vance humillaban con sonrisas educadas, con frases envueltas en veneno, con recordatorios constantes de lo que debía ser y nunca era suficiente. Él escuchaba, callaba, y luego hacía exactamente lo que quería.
Ese Caelan no se quebraba. Este… se miraba al espejo como si no estuvie