Punto de Vista de Mia
Los pasillos del hospital se habían convertido en territorio familiar durante los últimos cuatro días. Cada mañana, llegaba justo cuando el sol comenzaba a pintar el horizonte de la ciudad en tonos dorados y rosas. Las enfermeras del turno temprano ya me conocían por nombre, saludándome con sonrisas gentiles mientras me dirigía a la habitación de mamá.
Hoy no era diferente. Emma, la enfermera jefe, levantó la vista desde su estación con una sonrisa cálida. —Buenos días, Sra. Branson. Su madre tuvo una noche tranquila.
—¿Algún cambio? —pregunté, la pregunta ya se me escapaba automáticamente, como respirar.
—Todos sus indicadores se mantienen estables. —La sonrisa de Emma se ensanchó ligeramente—. El Dr. Pierce acaba de entrar a revisarla, de hecho.
Encontré a Nate parado junto a la cama de mamá, estudiando su expediente con intensa concentración. Ojeras ensombrecían sus ojos, y su apariencia usualmente impecable mostraba signos sutiles de desgaste: las mangas enrol