Punto de Vista de Mia
La conciencia volvió lentamente, como si ascendiera desde lo más profundo del agua. Lo primero que noté fue el pitido constante de los monitores, no los míos, me di cuenta, sino de la cama junto a la mía.
—¿Qué pasó? —pregunté, mi voz ronca por el sueño.
Una enfermera apareció a mi lado, ajustando algo en el monitor. —Se desmayó, querida. El estrés y el agotamiento finalmente la alcanzaron.
Me incorporé con cuidado, sintiendo un leve mareo.
—¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?
—Solo un par de horas. —Me ayudó a acomodar las almohadas—. El Dr. Pierce dijo que fue puro agotamiento. ¿Cuándo fue la última vez que comió algo?
Traté de recordar pero no pude. La enfermera chasqueó la lengua con desaprobación.
—Eso pensé. Necesita descansar y comer algo sustancioso. —Revisó mis signos vitales con movimientos eficientes—. Su madre está muy bien, por cierto. La cirugía fue completamente exitosa.
Al mencionar a mamá, me volví para estudiarla en la cama de al lado. Yacía pa