Punto de Vista de Mia
Mi palma ardía por la fuerza de la bofetada, pero el dolor no era nada comparado con la turbulencia en mi pecho. El beso de Kyle todavía quemaba en mis labios, un fantasma de pasión que no significaba nada. Que nunca había significado nada. El sabor del whisky caro persistía en mi lengua, amargo como los recuerdos que habíamos compartido.
—No me vuelvas a tocar —mi voz salió más firme de lo que me sentía, hielo cubriendo cada palabra. Por dentro, mi corazón traidor todavía aceleraba por su proximidad, por el aroma familiar de su colonia, por la manera en que su cuerpo había presionado contra el mío. Los viejos hábitos son difíciles de romper, al parecer—. Ya no soy tu juguete, Kyle.
Sus dedos tocaron su mejilla enrojecida, nubes de tormenta reuniéndose en esos ojos grises que alguna vez encontré tan cautivadores. El ligero tic en su mandíbula traicionaba su ira. Ya conocía todas sus señales, cada expresión mínima que revelaba las emociones que trataba tan duro de