Punto de Vista de Mia

—Te traje tus flores favoritas hoy, mamá —mi voz resonó en la habitación blanca y silenciosa del hospital mientras arreglaba lirios frescos en el florero—. El florista dijo que recién las recibieron esta mañana. ¿Recuerdas cómo solías cultivarlas en nuestro jardín? Antes...

Me detuve, acomodándome en la silla junto a su cama. Los monitores pitaban constantemente, su ritmo un pobre sustituto de su voz.

—Los doctores dicen que puedes oírme —continué, tomando su mano—. Espero que sea verdad porque necesito decirte algo. Necesito decirte cuánto lo siento.

Mi pulgar trazó patrones en su palma, de la manera en que ella solía hacerlo cuando yo era pequeña.

—Te fallé, mamá. Todo lo que me advertiste, todo de lo que intentaste protegerme, caminé directo hacia ello de todos modos.

—Sé que te lo he contado muchas veces. Mamá, eres la única con quien puedo hablar sobre esto. Me casé con él, mamá. Me casé con un hombre que no me ama. Igual que lo hiciste tú con papá —mi voz se