Mundo ficciónIniciar sesiónAMBER PIERCE
Sin prestarle atención a su madre, Byron se acercó a mí. Sus ojos inspeccionaron con meticulosidad mi rostro y su mano acunó mi mejilla.
—¿Estás bien? ¿Te hizo daño? —preguntó preocupado y no pude evitar sonreír.
—Estoy bien —susurré y besé su mano con la misma ternura. Me sentía en un sueño cuando estaba con él.
—¿Cómo puedes poner a esa prostituta antes que a tu madre? —preguntó Paula, herida, con lágrimas en los ojos, pero no de tristeza, más bien de rabia—. Yo te di la vida. Sin mí no tendrías absolutamente nada. Me necesitas más que a esa zorra…







