AMBER PIERCE

Llegó una elegante invitación a la mansión. Todas las sirvientas estaban curiosas por saber quién la había enviado, revisaban el sobre y le daban vueltas, pero yo con solo ver el color supe de quien se trataba. Un papel fino, terso al tacto, con trazos suaves color dorado atravesándolos, me hizo recordar la tarjeta que Anthony me había dado días antes. 

—¿De qué se trata? —preguntó Byron, como cada vez que se impacientaba, golpeando con su dedo en la mesa al ritmo del tic tac del reloj. 

Tragué saliva mientras sacaba la invitación del sobre y le daba un par de vueltas. Entonces noté que tenía puntos en relieve, los sentí con las yemas de mis dedos, confundida. 

—Pues… está lleno de puntitos —contesté encogiéndome de hombros antes de que él sac