ADA

—Creo que me maquillé totalmente mal. —Bajé el visor de mi coche y revisé mis labios.

—¿Qué quieres decir con totalmente mal? —preguntó Maggie.

En el asiento del copiloto, mi teléfono estaba en altavoz. El coche era demasiado viejo para tener Bluetooth.

—Creo que los colores que elegí simplemente se ven… —Levanté las manos—. Demasiado llamativos. Poco favorecedores.

—Lo dudo mucho. No solo sabes maquillarte, sino que nada podría quedarte mal. Eres hermosa.

—Gracias. —Me hundí en el asiento. No me sentía hermosa. Me sentía como un manojo de nervios.

Sentada en mi coche en el estacionamiento, respiré hondo. Podía hacerlo.

—Estoy preocupada de no estar a la altura del trabajo —confesé.

—¿Sigues pensando que te dio el puesto solo para ayudarte?

—Síp.

—¿Y qué? Piénsalo como una pensión alimenticia. Por cierto, ¿has considerado pedírsela?

—Ya está haciendo más que suficiente por ella. Abrió una cuenta de ahorros para la universidad de Harper, y el otro día la llevó de compras