CLEMENTINE
Estaba frente a la galería, con el estómago hecho un nudo de nervios. Mi vestido de cóctel se ajustaba a mi figura, y el frío de la noche danzaba sobre mis brazos y hombros desnudos. Me había recogido el cabello en un elegante moño.
—Vas a estar genial —dijo Rylan, acercándose por detrás.
—Dios mío —dije, girándome para mirarlo—. ¿Y si lo odian?
—No lo harán —respondió—. Lo van a amar.
Sacudí las manos, intentando liberar los nervios. Rylan había sido un apoyo incondicional desde el momento en que conseguí la exposición. Durante los últimos meses, había ayudado a cuidar de Gael, llevándolo a pasear o pasando tiempo con él en el estudio mientras yo terminaba una pintura tras otra, todas con el mismo tema para la exposición. El título de la muestra era Vida en colores y era una serie de retratos de personas —algunas que conocía y otras que no— en colores que no se usaban habitualmente. Rayaban en lo abstracto, lo que pensé que era un enfoque muy libre y que sería mal vist