Ania le leía un cuento a Elián, ella intentaba concentrarse, pero a cada rato se perdía, parecía que no podía sacarse de la mente ese beso que Liam le había dado el día anterior.

Y lo peor era que, cada vez que Ania recordaba ese beso, instantáneamente se le venía a la mente las imágenes de su encuentro íntimo en la suite, cuando ella simulaba ser Victoria.

Su corazón latía acelerado, con cada pensamiento, el pulso se arreciaba más, sin embargo, Ania no estaba dispuesta a aceptar que ella seguía sintiendo algo por su esposo, no después de todo lo que él le hizo.

Para Ania, Liam se merecía todo su odio y desprecio.

— ¿Mami, estás bien? — Preguntó Elián, cuando vio que su mamá se perdió de nuevo en el cuento.

— ¿Ah? ¿Eh? Si… Yo, estoy bien… — Balbuceó Ania volviendo en sí, cuando repentinamente escuchó un siseo.

— Psss…. — Sonó desde la puerta de la habitación.

— Cariño, espérame un momento aquí… — Le pidió Ania a Elián y extrañada, ella se asomó, era Liam quién la llamaba.

— ¿