Capítulo 42; No hay perdón para la traición.
—Bienvenido, jefe— le dijo uno de sus hombres, Nikolay no se preocupó en responder solo hizo un leve asentimiento con su cabeza a modo de saludo.
—¿En dónde está él?— preguntó Igor, con el rostro inexpresivo, y los tres hombres más que venían en compañía de ellos, guardaron silencio absoluto. Cinco hombres jóvenes, fuertes y con un rostro que indicaba que tenían pocos o niños amigos.
—Está abajo, en el sótano— responde el hombre sintiendo pesar por su compañero porque sabía que aquel sería el último día de su vida, y no sería un final nada agradable, había decidido jugar mal sus cartas y si en aquel momento el propio León rojo estaba allí para verle, significaba que no habría para él benevolencia sino que pagaría con su vida su traición y no sería una muerte rápida— lo hemos mantenido allí a espera del jefe.
—Bien, en ese caso vayamos por él— dijo Igor. Nikolay estaba serio, mudo y con el rostro enrojecido.
—¿Cómo es posible que ese tipo de cosas sigan sucediendo dentro de m