Capítulo 89
— ¿Qué vamos a hacer con esta salsa, amor? — Augusto preguntó, mirando curioso la caldera humeante, el olor de especias y tomate fresco invadiendo todo el ambiente.
Patricia apagó el fuego y se limpió las manos en un paño de cocina floreado, antes de responder con aquella sonrisa práctica que a él le encantaba.
— Vamos separarla en tarros transparentes, etiquetar con la fecha y ponerlos en el congelador. Así tendremos salsa casera por semanas.
— Hum... organizado como siempre — comentó él, divertido. — ¿Y con lo que sobre?
— Con lo que quede vamos a hacer una abundante pasta, con mucha carne molida, ajo, cebolla y queso rallado por encima — dijo ella, cogiendo ya los tarros de vidrio esterilizados en la repisa.
— Esto me huele a comida de domingo en el campo — dijo él, llenando un tarro con cuidado, concentrado como si estuviera haciendo algo sagrado.
— Es prácticamente eso. Solo que con más amor y menos desorden — ella guiñó un ojo, mientras etiquetaba los primeros tarros