Capítulo 88
A la mañana siguiente, Augusto preparaba un café fuerte cuando decidió hacer una videollamada a su hijo. Tan pronto como la imagen apareció en la pantalla, Rafael, sentado en el estudio de la mansión, sonrió al ver a su padre.
— ¿Qué tal, viejo vaquero, cómo va la vida en el campo?
— Mejor de lo que podría imaginar — respondió Augusto, con una sonrisa satisfecha. — ¿Y por allá? ¿Cómo va la empresa?
— Dentro de lo previsto. Pero... ¿cuándo piensa volver?
— Estoy esperando a que mi asistente termine la construcción de la casa en la hacienda. De aquí, iré directo para allá. Mientras tanto, tú sigues al frente de la empresa, como lo has hecho hasta ahora.
— Pero vamos a necesitarle pronto...
— Iré siempre que sea necesario. Solo que no voy a abandonar esta paz tan pronto. Quiero esperar a que nazcan los bebés... después, ya veré qué hago.
— Está bien — asintió Rafael, pero vaciló un instante antes de continuar.
— Y Letícia... ¿Cómo están ustedes?
— Estamos bien, papá. La gente